Los diamantes que no brillan

[Aclaro que este post poco tiene que ver con el blog. Una batateada más. Lujos que me doy].

Se termina otra conferencia de prensa de Sabella. Otra más en la que debe rendir examen ante los periodistas. Deja mensajes, pero jamás un titular para el día siguiente. Menos una dedicatoria. No esperen eso de él. Intenta hablar de fútbol pero las preguntas lo llevan para otro lado. Destaca, particularmente, a Romero y Rojo, casi como si fuese algo que tiene atragantado, como quien espera una excusa para lanzar esa idea que ya estaba premeditada. Y como epílogo, debe esquivar a quien le pregunta si Argentina había tenido culo.

Y habló de Romero, a quien él mismo señaló como uno de los grandes cuestionados. Arquero de perfil bajo y sin intervenciones grandilocuentes ni adentro ni afuera de la cancha, se convertirá en el segundo arquero argentino con más partidos mundialistas (el sábado serán 10, versus los 13 de Fillol), y el que más veces tuvo la valla invicta en la historia de la selección (23 de 51). Sí, Romero.

También se refirió a Rojo. Para muchos un capricho; para Sabella un proyecto. En el país que los laterales dejaron de fabricarse, se la jugó por un chico (el más joven del plantel) al que tuvo que formar, pulir, y sobre todo, bancar. Hizo un tremendo partido contra Suiza y para muchos, está en el 11 ideal de la primera fase mundialista. Sí, Rojo.

Pero ambos, como el técnico, prefieren el bajo perfil. Sin declaraciones polémicas ni confrontaciones. Con trabajo silencioso.

Como el del nueve. Criticado por su falta de gol y, según algunos, de físico. Descartemos la segunda: estando fuera de forma no se puede ser el jugador que más kilómetros corrió, el que más rápido lo hizo, y el que más sprints ejecutó. Eso es un dato exacto. Así que hablemos de su fútbol, pero ya no de su físico. Higuaín es un nueve de pocos goles, los importantes. No es Crespo, mucho menos Batistuta. Pero es el tipo de centrodelantero que Messi necesita. Digame ud, ¿cuántos nueves pasaron por el Barcelona de Messi que ganó todo? ¿Cuántos se destacaron? Todos se fueron. Al Pipita le tocó ponerse el overall, y trabajar de otra cosa. Vea el gol contra Suiza desde la cámara táctica, el callejón que le abre a Messi es saber jugar al fútbol y olvidarse del gol propio para pensar en el del equipo.

Por eso Messi es el líder de este grupo. A él tampoco le pidan frases memorables, ni emociones desmedidas. Tan tímido que hasta se le criticó ser callado. Justo eso en lo que los argentinos somos tan malos, él es el mejor: hablar menos y hacer más. Porque su patriotismo no pasa por cantar el himno, ni insultar cuando lo silban. Ser argentino, para él, es haber elegido jugar para un país en el que no creció y prácticamente lo rechazaba por no jugar acá, como lo hacía allá. Y era contra los rivales, pero también contra las comparaciones. Y la mejor definición, que me disculpe el autor pero desconozco quién fue, sigue siendo que "Messi es póster, y Maradona bandera".

Esa bandera que tampoco encontrarán en este plantel. Porque la Lavezzimanía es esa necesidad tan argentina de encontrar al que se sale del libreto, para aplaudirlo o condenarlo, pero alguno tiene que hacer algo extraordinario para poder juzgarlo. Para ponernos, de manera enfermiza, de un lado o del otro. Y fanatizarnos tanto que al final no sabemos ni por qué lo defendemos, ni por qué lo atacamos. Si hasta el tema del agua pareció un escándalo... Tan desautorizado se sintió Sabella que al partido siguiente Lavezzi fue titular y se fundieron en un conmovedor abrazo tras el gol.

Y si necesita una noticia extrafutbolística de este equipo, que sea la de la hija de Di María, que tiene poco más de un año y ya salió al padre: que manera de luchar, de seguir intentando. Hablo de ella. Y también de él.

El fútbol de este equipo no es vistoso, se lo acepto. Nos está haciendo sufrir, tampoco lo puedo discutir. Pero esto es un Mundial. Para espectáculos vayamos al teatro. Y le digo más: si me apura, este equipo aburre. Adentro y afuera de la cancha. Son todos demasiado correctos (imagine, encima, si no estuviese Lavezzi). Más aún, para mí Club y en un torneo largo, quiero algo más divertido.

Pero para Argentina y en una Copa del Mundo, quiero diamantes sin brillo propio.

No subestime a Sabella. Puede no compartir lo que está haciendo, claro; pero sea cauteloso al intentar destruir con palabras, lo que construyó con hechos. Sea cuidadoso, también, al exigir el campeonato como si fuese obligatorio, cuando en los últimos veinte años Argentina sólo ganó a nivel olímpico.

Tardé en subirme a este barco, lo admito. Durante las eliminatorias pensaba que teníamos equipo para ser más vistosos. Lo entendí más tarde. Quizá fue el día de la clasificación, mientras comparaba mentalmente lo tibio de ese festejo, contra el de cuatro años antes. Porque uno podía llegar al Mundial de rebote, con lo justo y con un gol de Palermo; pero ese día entendí que prefería que sea con un proyecto, con sobra y con goles de Messi. En ese momento ya se sabía cuál era el objetivo final; por eso la sobriedad del festejo y el enorme contraste con mandar a todos a chuparla.

Y acá estamos. No importa cual sea el resultado final, no me bajo. Por eso lo escribo hoy. Porque en la ciencia del fútbol, repleta de verdades subjetivas, lamentablemente siguen mandando los resultados. Pero si se juega como se vive, yo quiero este equipo para argentina: el de los genios silenciosos, el de los diamantes que no brillan, el de los ídolos que no son bandera.

La sociedad argentina necesita que personas como Sabella y Messi sean campeones.

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