La primera, aunque aún cuestionable desde la precisión de los datos, es que en EE.UU. este mes y por primera vez, el tiempo destinado a Internet superará al consumo de televisión. El estudio es de eMarketer y lo levanté de MarketingDirecto. Y esta tendencia, en más o menos tiempo pero sin ninguna duda, se prolongará y expandirá geográficamente.
La otra novedad es un fantástico post de @PabloSanchez en unblogged sobre cómo Netflix está revolucionando la manera de hacer y compartir televisión. Y sus líneas están basadas en la siguiente charla de Kevin Spacey (a.k.a. Frank Underwood), quien por su protagónico en House of Cards se convirtió en un referente de las series por Internet.
Algunas notas (no textuales) de esta imperdible charla:
- Netflix puede testear sin requerir pilotos.
- La audiencia quiere el control.
- Aprendieron la lección que la industria de la música ignoró.
- A un precio razonable, estarán dispuestos a pagarlo.
- Es irrelevante en qué dispositivo se vea: todo es contenido.
- La audiencia ya habló: quieren historias. "Se mueren por ellas".
Por cierto, confirmamos que "el precio razonable" no es una utopía: ya hay casos de éxitos que lo demuestran. Se puede hacer un producto bueno y accesible. E incluso esquivando la piratería, la gente estará dispuesto a pagar por él.
Pero entonces, ¿qué tiene que ver todo esto con la publicidad?
Palabras más, palabras menos, la publicidad se define como "un esfuerzo pagado, trasmitido por medios masivos de información, con objeto de persuadir" (O´Guinn, Allen y Semenik, "Publicidad")
Quizá es necesario aclarar, también, que esa publicidad interrumpe en esos medios que la trasmiten. Nadie compra una revista para leer los avisos, ni prende la televisión para ver los comerciales. Por el contrario, invaden al contenido principal y en casi todos los casos, preferiría ser evitada.
Pero el modelo de negocio de los medios la admite y necesita. Hasta ahora.
Porque donde antes estaba la televisión, ahora hay opciones para ver películas y series sin pautas publicitarias y a un precio accesible.
Porque el tiempo de viaje de una película desde el cine a la pantalla más chica es cada vez menor. Y la comodidad y calidad de instalaciones para ver una película en el hogar es cada vez mayor.
Porque la radio no tiene tanto sentido si hay alternativas económicas para escuchar la música que quiero, cuando quiero. Y la puedo complementar también con podcasts de mi interés sin invasivos avisos publicitarios.
Porque el diario impreso trae más publicidad que noticias y queda viejo al momento de imprimirse. Las noticias online todavía tienen la deuda pendiente de esquivar la pauta, pero comienzan a aparecer alternativas: suscripciones o medios no tradicionales (como informarse por Twitter, por ejemplo).
Porque la revista la decide una editorial, y hoy ya existen apps para customizar lo que uno quiere leer, sobre los temas que quiera, y cuando así lo decida.
Porque estoy dejando afuera del análisis, además, a los videojuegos, industria que genera tanto como el cine y cada vez le roba más tiempo de consumo a los medios masivos.
Porque como sucedió alguna vez con la televisión por cable, la gente está dispuesta a pagar por contenido que lo valga a cambio de no ver la publicidad. Pero ésta vez va en serio.
Porque todo esto además, compite (y a veces se complementa) con las redes sociales. Le roban tiempo a los medios tradicionales pero potenciando el contenido. La "segunda pantalla" de muchos, ya es la primera para tantos otros. Y los que la ignoren, saldrán perdiendo.
No es una predicción: los medios tradicionales ya tienen el alternativo que lo reemplace. Y la mayoría de ellos no incluye un espacio de publicidad. Al menos, no como los que hoy conocemos.
Lo dijo Spacey: "...dale a la gente lo que quiere, cuando lo quiere, y en el formato que lo quiere, a un precio razonable, y estarán más dispuestos a pagarlo que a robarlo".
¿Y la publicidad? Es el fin de la publicidad.
Pero la buena noticia es que algunas marcas ya la están reinventando.
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