Vamos por partes. Todo empezó cuando en Febrero de este año Sony tuvo la cuestionada idea de presentar su PlayStation4... Pero sin presentarla. Es decir, la describió y la prometió, pero ni siquiera la mostró. Una introducción sin cuánto ni cuándo.
En ese momento más de uno le cayó con todo a Sony y su sesión sin final feliz. Ayer, los calló a todos. Y no puedo excluirme de ese grupo. Es cierto que en mi post al respecto fui intencionadamente conservador pero reconozco que el sesgo estaba. De hecho, lo titulé: La nueva PS4. ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Cuánto?
Listo. Ya están todas las respuestas.
Será así de linda, costará us$ 399, y estará disponible en EE.UU. a fin de este año. Las características técnicas ya eran conocidas pero si necesita confirmarlas, la PS4 ya tiene sitio oficial.
Pero hay dos datos que vale la pena destacar y, de alguna manera, explican por qué esta carrera feroz para ver quién se anticipaba, quién guardaba información, quién reía último...
El primero de ellos es el precio. La diferencia de us$ 100 contra la Xbox es sustancial. Aún cuando se puede justificar por la diferencia del Kinect y todavía hay que entender el precio de accesorios, y contenido de la caja original, fue un golpe tremendo.
El otro es el de los juegos usados, porque Sony no sólo le dio un golpe de knock-out, también se le río cuando estaba en la lona. Básicamente se anunció que cada usuario, luego de comprarlo, puede hacer lo que quiere con sus juegos. Un mensaje claro y directo a Microsoft que exige que el jugador esté online y confirme la autenticidad del mismo diariamente.
Y no alcanzó con la mención en la presentación, hizo falta este video explicando cómo se comparten los juegos.
Sí, es oficial. Y lo aplaudo.
Ahora sí, bienvenida PS4.
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