Por un lado, esa buena costumbre de subirse creativamente a memes o a cualquiera tema que estuvise dando vuelta, lo llevaron muy exitosamente a su perfil de Facebook, ¡que ya tiene 32 millones de fans! Han logrado, casi diariamente, postear una gráfica con muchísima repercusión. A modo de ejemplo, para San Valentín:
Supieron, también, cómo expandir ese éxito a otras redes. De hecho, su espontaneidad en Twitter ha hecho estragos y supieron aprovechar Instagram como pocas marcas aprendieron a hacerlo.
Pero para que se entienda en términos prácticos de qué estamos hablando, hay tres ejemplos muy claros. No son avisos publicitarios, no pagaron pauta, y no ganarán en Cannes. Pero es una buena muestra del foco que hay que darle a las redes sociales.
El primero seguramente lo conozcan: la reacción en el último SuperBowl del que ya escribimos todo un post. Reacción espontánea, genuina, ante una situación que estaban siguiendo en vivo. Porque en definitiva, de eso se tratan las redes sociales.
Power out? No problem. twitter.com/Oreo/status/29…— Oreo Cookie (@Oreo) February 4, 2013
El segundo caso pasó un poco más desapercibido pero demuestra de lo que estamos hablando. Y fue anterior al del SuperBowl. Tuit "pícaro" de Oreo sobre los que meten galletitas a escondidas al cine.
Ever bring your own Oreo cookies to the movie theater? #slicksnacker— Oreo Cookie (@Oreo) September 25, 2012
NOT COOL, COOKIE. RT @oreo: Ever bring your own Oreo cookies to the movie theater? #slicksnacker
— AMC Theatres (@AMCTheatres) September 25, 2012
Casi 2.000 RTs y una infinidad de respuestas positivas. Para entenderlo a fondo, vale la pena leer el post del CM de AMCTheatres sobre el caso que obviamente no terminó ahí:
Fair enough, @amctheatres, but don’t hate the player, hate the game :)
— Oreo Cookie (@Oreo) September 26, 2012
Todo esto no es casualidad. Por eso el último ejemplo es el importante. Porque una vez puede ser suerte, dos pueden ser coincidencia pero, tres es tendencia. El caso lo compartió @patotarruella que lo vio porque el impacto fue tal que, BuzzFeed le hizo una cobertura exclusiva. Y Mashable también.
Una ignota tuitera de Manchester se le ocurrió mencionar a KitKat y Oreo:
Can tell I like chocolate abit too much when I'm following @kitkat and @oreo hahahahahah
— LauraEllen (@Laura_ellenxx) March 11, 2013
El CM de KitKat aprovechó el momento, no sólo para contestarle, pero también para subirse al barco de la galletita. Por cierto, el chocolate también tiene un estilo muy particular -y no tan popular aún- en las redes sociales. Buen desafío. Riesgoso, pero inteligente y creativo.
The fight for @laura_ellenxx's affections is on. @oreo your move #haveabreak twitpic.com/cb1g84
— Kit Kat (@KITKAT) March 13, 2013
Vale la pena pensar de lo que estamos hablando... Oreo vs KitKat; Kraft vs Nestlé. Dos marcas que en el contexto publicitario tradicional jamás hubiesen compartido ni una página, comenzaban un diálogo desafiante en Twitter. Era el turno de Oreo, no podían quedarse callados, se esperaba su movida. Pero la respuesta no era fácil: si jugaban al "ta-te-tí", uno de los sería derrotado; si no lo hacían, decepcionarían. Y hasta que punto podían contestarle a otra empresa que, por cierto, en muchas categorías compite de manera directa.
Y lo hicieron.
Sorry, @kitkat we couldn't resist ... #GiveOreoABreak twitter.com/Oreo/status/31…
— Oreo Cookie (@Oreo) March 13, 2013
Ganaron todos. Se sacaron de encima un problema, salieron muy airosos de la situación, y hasta piropearon al competidor que los retó a duelo.
Y de alguna manera, le dio una lección a quien le sigue los pasos: Oreo ya tiene en Facebook 32 millones de fans y en Twitter 80 mil followers; KitKat 15 millones en Facebook y 8 mil en Twitter. El caso tuvo una repercusión impresionante en Internet pero no hasta casi diez días después de sucedido. Y ese es otro aprendizaje importante: la prensa lograda no es el objetivo, es la consecuencia.
No sólo se necesita creatividad. Es foco, dedicación, estilo, y fundamentalmente, estar muy convencidos de lo que se está haciendo. Porque una vez puede ser suerte pero, cuando se repiten los casos de éxito, es porque dejó de serlo.
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