Quizá todavía sorprenden los posts que nada tienen que ver con este blog pero "para los Lunes" siempre tenemos guardada una pieza motivacional.
Hace dos años corrí mi primera Maratón y me tomé el atrevimiento de escribir al respecto (Para arrancar la semana XI). El pasado domingo se volvieron a correr los 42k de Buenos Aires y fue el debut, en esa distancia, de @negrogp (probablemente lo conozcan por (?) #patentes y #soypadre). Como columnista invitado, nos cuenta su experiencia. Por cierto, hizo un tiempazo.
Que tengan una buena semana. Y recuerden que correr ayuda.
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Cuarentaydoscientonoventaycinco
"¿Vale la pena tanto esfuerzo?" me preguntó la masajista, a 2 horas de haber terminado. "Claro que si". La respuesta fue inmediata, sin pensarlo, casi contranatura, teniendo en cuenta el estado de mis piernas.
"Ojalá llegues". Habré escuchado esa frase 10 veces en la semana previa. Más allá de la buena onda del interlocutor, la misma me molestaba un toque. No estaba en mi cabeza no llegar, jamás abandonaría. Pero te juro que las piernas por momentos no piensan lo mismo.
Puse el despertardor 5.20 de la mañana. El plan era levantarme, desayunar un café con leche con una tostada y entrar a ducharme. Me terminé durmiendo a la 1, bastante bien teniendo en cuenta que veía imposible poder pegar un ojo. A las 6.15 ya estaba listo, cambiado, envaselinado (punto clave) y esperando a que llegue mi coequiper, Diego. 6.30 llegó, dejamos todo y nos fuimos trotando hasta la largada.
Llegamos. A esa altura los nervios y la ansiedad se habían ido por completo y las sensaciones que prevalecían eran alegría, emoción, felicidad por estar viviendo esa fiesta. La cara de la gente lo decía todo. Eramos todos chicos con juguete nuevo. Dejamos la mochila en lo del profe Diego Santoro y nos fuimos a la largada.
Habremos estado unos 15 minutos esperando para largar. Tranquilos, charlando de cualquier cosa. Leí por ahí que hay que evitar excitarse de más en ese momento. Largar tranquilo es la clave. Exactamente lo contrario nos pasó.
En este tipo de carreras hay pacers. Son corredores experimentados que corren toda la carrera al mismo ritmo y se ponen una banderita para ser reconocidos. Alrededor de ellos se juntan hasta 50 corredores que eligen ir a ese ritmo. Con Diego habíamos quedado que íbamos a correr junto con lo que en la jerga se conoce como el pacer de 5, o sea un corredor que va a 5 minutos por kilómetro recorrido. Bueno, cuando quisimos darnos cuenta, no lo veíamos por ningún lado. El primero que pudimos divisar fue el que iba a 6.30! Conclusión: hicimos los primeros 2 km a un ritmo muy fuerte para alcanzar al pacer. Uf, costó pero lo logramos.
A partir de ahí, una fiesta. Los km pasaban, Libertador, Alvear (donde la mamá de Diego bajó a saludarnos), Callao, Alem, el Obelisco, Casa Rosada. El ritmo era bueno, las sensaciones mejores. Las piernas iban solas, la gente se divertía, el paisaje urbano era inmejorable. Lloviznaba (como toda la carrera), pero nada que molestase, todo lo contrario, ayudaba a que sea muy llevadera la cosa. El punto de mayor excitación fue la cancha de Boca, no solo por el hecho de pasar por la puerta y los comentarios que eso traía entre los corredores, desde "si quieren pueden mear tranquilos" hasta un loco que corrió los 150 metros tocando la cancha y besándose la mano, sino porque hasta ahí el cuerpo estaba perfecto.
Km 17, se va el primer tercio de carrera y con él aparecen los primeros dolores, en este caso en el glúteo derecho. "No es nada" me repetía a mi mismo. Me quedó clarísmo que no era nada cuando 20 kms más adelante me dolían tantos músculos juntos que el cerebro no llegaba procesarlos todos.
Km 21. Pasamos la media maratón 1 minuto por abajo del ritmo que nos habíamos propuesto. Veníamos perfecto. A esta altura a Bata (un amigo) ya lo habíamos visto en el km 5. El grito que le pegué se escuchó en 1000 metros a la redonda. 80 minutos después no le podía ni decir hola. Entramos en Costanera Sur, Bata al lado con la bici, charlando como si nada. Los dolores seguían pero se podían llevar. DIeguito no paraba de decirme "Negro cerrá el culo. Concentrate", a lo que yo le respondía "Si, papá". Salimos de Puerto Madero, enfilamos a Retiro. La energía seguía estando, a tal punto que en cada esquina me quedaba resto para arengar a la gente a que nos aliente.
Km 30. "Una maratón son 30 kms y una carrera de 12". Todos dicen lo mismo. ¿La verdad? Los pasé muy tranquilos. ¿Dolores? Desde ya, y cada vez más. Me habían aconsejado tomar ibuprofeno durante la carrera. Me tomé 2. Yo creo que en algún momento van a surtir efecto. Volviendo al km 30, el famoso Muro, debo decir que no me generó nada en especial, sobretodo a nivel de la cabeza. Como dice Dieguito, íbamos en piloto automático, sin pensar en nada. Pasando el 33 nos gritan "Bien ahí el pelotón". Sonó muy convincente, tanto que me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo y me dieron ganas de llorar. Pero no. A esa altura ya lo había relevado a Diego de sus funciones y con un "andá, tenés resto, mejorá tu marca", se fue alejando del pelotón hasta perderlo de vista. Era su tercer Maratón y venía para romperla toda.
Km 36. Un rato antes le había dicho a Bata "doblando en el Planetario, abajo del cartel de velocidad máxima 60, está Flor con las chicas y mi suegro. Avisales que ya llego". Pasé por abajo del puente en Sarmiento y enfilé hacia Alcorta. El solo hecho de pensar que iba a verlas me hacía temblar todo. Y fue así. En los 200 metros desde que las vi hasta que llegué fui un flan. Juana se acercó, me dió una botella, una banana. La miré y le dije solamente "Te amo". Flor seguía a los gritos, al tiempo que una mujer al lado de ellas me mira y me dice "ahora no te queda otra que llegar". Heavy.
Km 37 al 40. La muerte. El pacer se alejaba. Dos veces apuré el paso y traté de alcanzarlo. Me era imposible seguirle el ritmo. Ya el pelotón de 80 tipos se había reducido a 20, muchos que se habían retrasado. "5 por 4, 20" me decía a mi mismo, "4 kms a 5, te queda apenas 20 minutos". Fueron los más largos de mi vida. Entramos en el lago de Palermo, el del golf. Esa vuelta eterna.. "Colorado, ¿a cuánto venimos?" El Colo era mi compañero circunstancial de carrera, pero lo tenía visto de cuando el pelotón era grande. "5.26, nos venimos cayendo de a poco". Las piernas ya no me respondían. Levantarlas era una quimera. Cada paso era un sufrimiento. Necesitaba que se termine. Pero todavía faltaba. Fue el momento más duro de toda la carrera. Nunca pensé en parar a caminar, pero si tuve mucho miedo de acalambrarme y no poder moverme. Por suerte no pasó.
Km 40. Doblamos en la esquina de GEBA, lo veo a Bata que al grito de "Ya la tenés, ahora disfrutala" me deja tranquilo y me hace dar cuenta que ya estaba. Eramos Figueroa Alcorta y yo. El Colo seguía a mi lado, firme como rulo de estatua. En el km 40.5 aparece el profe Diego, "¿Cómo estás?" "Como el orto" le contesté. Trotó a mi lado, me dijo que estaba haciendo un carrerón y que ya estaba. "Vamos Negro, vamos Juan Martín" fue su despedida.
Km 41. "Negritooooo". Era mi vieja. No lo podía creer. La miré a los ojos, los tenía brillosos, demasiado para mi gusto. Me dieron muchas ganas de llorar, muchas más cuando lo veo a Hugo (mi papá del corazón) que con cámara en mano me gritaba cosas que no me acuerdo pero me llenaban de alegría. Les tiré unos besos y levanté la cabeza. Ya estaba.
Km 42. Me incorporé, aceleré el paso. Quería terminar entero. Era mi primera Maratón y estaba logrando el objetivo que me había propuesto. En ese momento me di cuenta que terminarla no era algo menor. Las piernas directamente me pesaban 2 toneladas cada una. Los músculos eran piedras que se movían por inercia. Pero el arco de llegada y el reloj que decía 3 horas 35 minutos me daban tanta energía que nada ni nadie podía pararme.
Km 42.195 mts Apenas los miré a los ojos me quebré. Todo las lágrimas aguantadas salieron juntas. Necesitaba descargar tanta emoción y adrenalina y quién mejor que ellos para hacerlo. Flor, Juana, Carola y Antonio. Los amo.
@negrogp
Muy emocionante... muy bien contado. Felicitaciones!
ResponderEliminarMuy bueno!
ResponderEliminarGrande negro!!!!! Piel de gallina y lagrimas en los ojos.
ResponderEliminarGenial negro. Tiempazo metiste
ResponderEliminarYo también corrí por primera vez los 42,195 el Domingo y las sensaciones son exactamente las mismas. Hasta las mismas cosas me gritaban. Esos escalofríos y ganas de llorar son tremendos. Tu tiempo fue excelente (de hecho, corriste a apenas un poco más de 5'/km), mi objetivo para el año que viene es llegar a eso. Felicitaciones!
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