Creo firmemente en el deporte en equipo y en la sana competencia contra un adversario para formar el caracter. El equipo propio potencia; el rival exige.
Pero aún así, estoy convencido que no hay victoria más gratificante que la superación personal. Los partidos más importantes se juegan contra uno mismo. Y son imprescindibles. Esos momentos en que la decisión de seguir o parar, depende pura y exclusivamente de uno. Ese instante que hace la diferencia. Que nos hace diferentes.
Barcelona 1992. Derek Redmond. Candidato a subir al podio de los 400 mts. Una carrera inolvidable que Visa convirtió en publicidad.
A veces, hay que ponerse un objetivo. Y alcanzarlo. Sin rivales, sin relojes, sin testigos. Sólo para ser mejores que nosotros mismos.
Emocionante!
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